Durante el verano las mujeres que transcurren por un embarazo deben cuidar algunos aspectos para disfrutar de la playa y las vacaciones sin inconvenientes.
En esta época del año la piel de la embarazada se vuelve más sensible y es más propensa a mancharse con el sol. Para evitar estas manchas oscuras que pueden aparecer lo recomendable es no exponerse al sol en las horas de mayor intensidad y utilizar un factor solar alto que proteja la piel de los rayos UVB y UVA. También es recomendable volver a aplicar el protector cada 3 horas aproximadamente o luego de sumergirse en el agua y usar un gorro de ala ancha que mantenga el rostro a la sombra.
El ejercicio, tanto en el agua como en la arena, no tiene ninguna contraindicación siempre y cuando sea moderado y no implique ninguna situación de riesgo. En el agua no son convenientes las inmersiones largas o en profundidad y en la arena hay que tener mucho cuidado con los juegos en los que se use algún elemento que pueda golpear a la embarazada como la pelotita de las paletas o el frisbee. Sea cual sea la actividad que se realice no es conveniente que suban demasiado las pulsaciones ni terminar agotada.
La hidratación también es sumamente importante. En verano la embarazada debe aumentar el consumo de líquidos, preferentemente de agua. Otras opciones que favorecen la hidratación son los jugos de fruta natural y los alimentos que contienen alto porcentaje de agua en su composición como las frutas y verduras.
Por otra parte, es bueno también cuidar la hidratación de la piel aplicándose una buena crema luego de la exposición al sol, de lo contrario la piel estará reseca y deshidratada.
Las piernas cansadas es un problema que se acentúa durante el verano y para combatirlo se recomienda caminar siendo la mejor opción una caminata por la arena húmeda de la orilla. Poner las piernas en alto y hacerse masajes de drenaje linfático también puede ser de gran ayuda.