Durante el verano los niños deben beber más líquido porque las altas temperaturas provocan una mayor deshidratación.
Gran parte de esta deshidratación es causada por la sudoración, mecanismo por el cual el cuerpo pierde agua a través de la piel cuando aumenta de temperatura como forma de restablecer el equilibro térmico. Además del calor propio del verano, en esta época del año los niños suelen jugar y moverse mucho lo que aumenta aún más su temperatura corporal. Si a este hecho le agregamos que el cuerpo del pequeño está compuesto por un mayor porcentaje de agua que el cuerpo de un adulto, la reposición de líquidos se vuelve aún más importante.
Una vez que el pequeño incluye el agua en su dieta es preferible darle agua mineral natural y si se le da agua de grifo es conveniente hervirla bien.
Dado que los niños no son conscientes de la necesidad de la ingesta de líquidos lo mejor es que los papis estén atentos, principalmente en el verano, para hidratarlos correctamente. Si el pequeño no está bebiendo suficiente líquido es bueno ofrecerle agua con mayor frecuencia. En los casos en que se reúse a tomar tanta cantidad de agua, o simplemente para darle otras opciones, se puede recurrir a jugos de fruta natural, sopas frías o aumentar las frutas y verduras, siempre que el niño ya pueda consumir estas opciones.
En el caso de los bebés que están en sus primeros meses de lactancia no es necesario darles agua porque con la leche materna, la cual tiene un alto porcentaje de agua, se les puede proporcionar la cantidad de líquidos que necesitan (salvo excepciones en las que el médico recomiende lo contrario). En estas ocasiones es recomendable darle el pecho al bebé a demanda y con mayor frecuencia que durante el resto de las estaciones del año.